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martes, 8 de febrero de 2011

El Gracioso y El Bailarín.




Dice el refrán que más vale caer en gracia que ser gracioso, y no seré yo quien vaya en contra de esta afirmación, pues estoy plenamente convencido de que los refranes, son una fuente inagotable de sabiduría que se transmite de generación en generación a través de los tiempos. No obstante, y sin querer contradecir a lo dicho anteriormente, el psicólogo Kristopher McCarty de la Universidad inglesa de Northumbria, dice que los hombres graciosos, aumentan su atractivo masculino y en consecuencia son preferidos por las mujeres, que al mismo tiempo, también los consideran más inteligentes.
La gracia, podemos incluirla dentro del amplio campo en el que se manifiesta el sentido del humor, y de todos es sabido, que quienes lo poseen en mayor o menor grado, también demuestran su inteligencia en equivalente proporción.
Si hacemos caso a las investigaciones de Mr.McCarty, habrá que procurar ser graciosos, aunque, si la gracia no es natural y la forzamos en exceso para aparentar lo que no somos, podemos acabar siendo vulgares, incluso soeces, además de hacer el mayor de los ridículos, en especial, cuando en muchas ocasiones la imagen final que queda de nosotros por la gracia sin gracia que se nos ha ocurrido, es la de un autentico bufón de andar por casa.
Esto sucede muchas veces, cuando algunos, que no conocen cuales son sus verdaderas limitaciones, piensan que son el mismísimo Woody Allen.
Continuando con el psicólogo anteriormente mencionado, igualmente se llega a la conclusión que para ellas, también son más atractivos los hombres que saben bailar. Así que, todos aquellos que quieran mejorar sus dotes artísticas en este campo, todavía están a tiempo de acudir a los salones de cualquier academia de baile, y apuntarse a las correspondientes clases, que les sirvan para poner en forma su alicaído o nulo sentido del ritmo, y utilizar la Salsa u otros estilos similares, para darle un poco de chispa a sus torpes y lentos movimientos.
En esto de bailar, igual que en lo de ser gracioso, hay que poseer también ciertas dotes naturales, como equilibrio, coordinación y buen oído. Lamentablemente, los que no han nacido para ello, se moverán, sobre todo al principio, como auténticos patos mareados, aunque todo es cuestión de intentarlo con suma paciencia y perseverancia, además de no desanimarse nunca. Bien es cierto, que habrá casos imposibles, los verdaderos Anti-Fred Astaire de las pistas. Sin ir más lejos, he conocido personalmente a alguno de ellos, que han acabado en el suelo, víctimas de su propia torpeza, y lo peor, no es solo eso, lo más grave es que también han arrastrado con ellos a su compañera de baile.
No obstante, y a pesar de las dificultades, hay que intentarlo con tal de mejorar nuestro nivel de atracción, para que ellas se fijen más en nosotros.
Fran Álvarez.

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